El desarrollo de la comprensión de sí mismo y del mundo que le rodea, crece en la medida que el niño integra conceptos nuevos en su cerebro. Los conceptos, son el resultado de la unión de varias experiencias, sean éstas buenas o malas. Los conceptos siempre están salpicados por emociones, tienen un matiz afectivo positivo o negativo. La calidad del concepto depende del impacto sensorial que cause en el momento inicial y las emociones que en la memoria se hayan sembrado con anterioridad. La carga afectiva de los conceptos es muy intensa cuando están vinculados estrechamente a objetos, situaciones o persona muy cercanas.
Los conceptos, son representaciones mentales, son simbólicos y son preservados en la memoria, perdurando en ella por toda la vida, y pueden ser modificados con las experiencias nuevas del día a día, o a la luz de los conocimientos formales que le son ofrecidos al niño en crecimiento. Conceptos clásicos son: el de la navidad y la legendaria figura de San Nicolás, el que los monstruos salen en la noche, el que el Pediatra pone las vacunas si no come o no duerme bien, … el que hay que tomar leche en la noche para poder dormir, entre muchos otros.
… La capacidad de crear conceptos comienza antes que el niño reconozca en los padres la mirada tierna al ofrecerle los alimentos. Los conceptos se empiezan a formar muy temprano en la vida. Los conceptos empiezan a formarse al nacer y aspirar las gleras nasales o cuando el Obstetra se ve obligado por circunstancias riesgosas para el niño y la madre a extraer al bebé con maniobras bruscas y difíciles de realizar. Es realmente alrededor del año de edad, cuando se incrementa la capacidad de establecer nuevos conceptos y lo más importante, la posibilidad de modificar significativamente y con éxito los anteriormente adquiridos.
La capacidad de comparar eventos significativos del pasado, con eventos similares que se estén dando en el presente, aparece poco antes de cumplir el primer año de la vida, entonces los conceptos que se habían formado con anterioridad empiezan a ser depurados, pulidos, mejorados, enriquecidos. Entonces, el niño es capaz de profundizar el contenido subyacente de lo que ocurre frente a él y compararlo con hechos similares del pasado.
El niño habrá madurado completamente esta capacidad, cuando pueda internalizar y comparar conceptos. El último elemento que termina por moldear los conceptos puede durar toda la vida en desarrollarse, e inclusive en algunos individuos escasear por siempre, y es la capacidad del individuo de razonar con lógica, utilizando el pensamiento inductivo, el deductivo y en mucho casos el creativo.
La comprensión real de los objetos, las situaciones y los vínculos, depende del correcto, adecuado y oportuno desarrollo de los conceptos. El no entender, o el comprender mal algunos conceptos, pone en riesgo la adaptación social y personal que el niño pueda realizar. El retraso en la comprensión de los fenómenos de la vida, por ende, del desarrollo de los conceptos sobre los que la comprensión se sustenta, se puede deber a muchas causas, las dos más comunes son: el retardo en el desarrollo intelectual del niño y el desenvolverse en un ambiente pobre de experiencias, que permita un constante y positivo debatir de situaciones, objetos y oportunidades. Sea cual fuere la causa, si el nivel de comprensión cae por debajo del promedio del resto de los niños, sus relaciones sociales y personales sufrirán un colapso en no pocas ocasiones difícil de remediar.
La intensidad de las emociones, sean esta buenas o malas, encadenada a cada concepto es fundamental en la calidad de vida futura de cada individuo. Si un niño anda encima desde los 6 meses de edad en una moto con ambos padres, circulando alocadamente por la ciudad, él integrará con gran fuerza este concepto y difícilmente esta locura de andar la familia toda en una moto podrá ser erradicada del ser interior del niño, pues el concepto del grupo familiar trasladándose en moto está saturado de una gran carga emotiva. El niño, hecho adulto, repetirá el mismo actuar y difícilmente podrá cambiar este patrón de comportamiento.
Los niños, van integrando conceptos de diferentes maneras, al inicio de la vida, el modelo que observan es el de sus padres, en base a lo que ven en ellos van creando conceptos. Si papá y mamá le leen cuentos todas las noches, el niño crecerá con el hábito de la lectura. Si papá y mamá en sus juegos son creativos el niño será creativo, si papá y mamá cultivan las normas del buen hablar el niño así también lo hará. Si la carga emotiva en todo esto es en positivo con más fortaleza se forjará el concepto.
Fuente: Dr. Pierre Descamps E.
Dr. Pierre Descamps E. es Pediatra, puede resaltar en su formación universitaria, sus estudios: Médico Cirujano egresado de la Universidad de Carabobo (1985) / Médico Pediatra egresado de la UCV – Hospital J.M de los Ríos (1990) / Desarrollo Infantil según Vojtia en Madrid- España (1995), además de tener infinidad de cursos y actualizaciones de su especialidad.
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