La esencia de humanizar el nacimiento pasa por una verdadera escucha de los deseos y necesidades de la mujer y su pareja, por devolverle el rol protagónico a los creadores de la nueva vida, porque el equipo médico que atiende a la pareja embarazada cumplan su rol de facilitadores y veladores de la naturaleza fisiológica del nacimiento y el parto, y por poner su sabiduría al servicio de los protagonistas, es decir, la madre-el padre y el/la bebé. Es saber hacer uso de la ciencia y su tecnología para acompañar los ritmos, ciclos y fases del proceso y no para imponer ritmos y velocidades convenientes a la infraestructura clínica.
En el mundo son muchos y muchas las que andan en el camino de la “humanización del nacimiento”. El territorio es tan vasto que es necesario hacer dentro de él distinciones que permitan saber a qué nos referimos cuando hablamos de la “humanización del nacimiento”. Seguramente cada grupo creará sus propias definiciones y especificidades según el sector del territorio al que esté referido su quehacer. Existen movimientos de parteras, grupos de usuarias, redes internacionales, agrupaciones transdisciplinarias, instituciones, investigadores, médicos que alzan sus banderas, Doulas o mujeres acompañantes, hombres que proponen otra paternidad. Están quienes están comprometidos en el trabajo con la pareja embarazada, los talleres prenatales, la psicoprofilaxis, distintos abordajes corporales, propuestas de partos en el agua, en cuclillas, vertical, en el hogar, casas de nacimiento, hospitales que implementan nuevas o antiguas prácticas, clínicas que se rinden a incorporar tecnología “más humana”. También hay numerosas ligas que protegen la lactancia, quienes cuidan el vínculo primario, observadores de lactantes, investigadores de las capacidades y necesidades de los bebés durante la gestación y su llegada al mundo, grupos postnatales y hasta legisladores y abogados comprometidos en la defensa de los derechos de las mamás y sus bebés que están abocados a la tarea de otorgar bases a las nuevas prácticas y de proteger los derechos que han comenzado a legislar en nuestro país.
Buena parte de las redes de mujeres que hay en todo el mundo están comprometidas en esta lucha que, para ellas, es un recuperación de saberes femeninos ancestrales. El nacimiento, al no ser una enfermedad, le plantea a la Medicina un desafío que más que técnico es filosófico y acerca a una dimensión espiritual de la vida.
La psicología, por su parte, nos amplia la mirada para poder pasar de una concepción puramente biológica-fisiológica del cuerpo a la de una sujeta con historia propia, encarnada en esa biología. Lo que permite reunir todas sus partes y trascender a la concepción del cuerpo como un todo y abordar a la mujer en todas sus dimensiones, está en la base del humanismo.
La humanización del nacimiento pasa desde posturas radicales hasta pequeños y auténticos gestos de respeto y consideración. Pensar el nacimiento humano está abriendo un espacio creativo de reflexión social sobre la violencia y el poder, sobre ¿Quién es el que sabe? y ¿Qué es lo que sabe él que sabe? Es decir, la distribución del saber como poder es la cuestión que subyace en este punto.
La humanización trae, entonces, un espacio de apertura para el desarrollo que incluye a toda la sociedad ya que todos nacimos de parto/cesárea, y mucho serán las(os) madres-padres de la generaciones futuras… No es un tema que sólo importa a las parejas cuándo están embarazadas, sino que nos llama a todos a la reflexión y al compromiso. Es quizás el momento de dar nuevas respuestas, de buscar puntos medios en los extremos, de integrar en vez de excluir.
Es innegable reconocer toda la huella o cicatriz que ha dejado la evolución de la ciencia médica como poder, como detentor de la única verdad. Sólo basta con considerar como cada vez son más la mujeres que repiten “prefiero una cesárea porque es más segura”, escuchar la duda permanente de que su cuerpo sea capaz de traer a su bebé al mundo, de cuán aterrador puede resultar, tan sólo pensar, en un parto fuera de un ambiente clínico/hospitalario y como si no fuera suficiente todo lo anterior, cuán irracional puede resultar considerar el parto como dañino a la “estética vaginal”, sin contar la lucha incansable contra el dolor….
Por lo tanto, la humanización del nacimiento pasa por sanar estas heridas y poder acoger estos y otros miedos, por transitar el camino de la reconciliación con el cuerpo, por sensibilizar a las mujeres sobre su umbral de dolor. Pasa por considerar como valido cualquier nacimiento siempre y cuando estén consideradas las demandas de la mujer-la pareja. Entonces tan válida puede resultar una cesárea Humanizada, en donde no se separe a la triada, como un parto en agua, tan sano es aceptar una anestesia epidural cuando la tensión y los miedos desbordan a mamá, como un parto en casa, en fin, la apuesta es por y para ESCUCHAR LA VOZ DE LA MUJER.
Como cierre quiero compartirles una reflexión de un aliada de camino:
«Entre los seres vivos, los humanos tenemos la capacidad de cuestionar, somos los que podemos desarrollar la conciencia; sino lo hacemos, desperdiciamos esta oportunidad de ser humanos. la gestación, el parto y el nacimiento son momentos privilegiados y a la vez cotidianos, es decir, al alcance de nuestra mano para recordar que somos humanos. Si nos animamos a no entrar en la repetición y tomamos la fuerza para osar dar otras respuestas, ejercemos nuestra libertad. Esto da mucho trabajo, como cualquier cambio; en espacial el trabajo de abrirse y de cuidar lo delicado que surge de la apertura, de desarrollar nuevas habilidades, de seguir aprendiendo. Es un trabajo que nos abre a un mundo nuevo, más real. A veces se trata de dar un sólo pequeño paso, de dejar de hacer algo automáticamente, de formularse una pregunta, de escuchar, de mirar. Para eso es necesario que haya “ un espacio”, y eso es lo está logrando el movimiento de humanización del nacimiento. La humanización invita andar a un cambio para el encuentro y el desarrollo humano, desde el inicio de la vida; ¡Cada uno puede subirse en la estación en que se encuentre!” Zieler, J.
Fuente de contenido: Lic. Carolina Vázquez Hernández
Carolina Vázquez Hernández es Psicóloga, Especialista en Psicología de la Mujer, Doula. Tiene una Maestría en Estudios de la Mujer y es Fundadora de Aquamater Maternidad Consciente, C.A. Rif. J -30652797-4
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