Mi hijo pequeño está sobre los 2 años y medio, período al que muchas mamás tememos porque al salir de los 23 meses todos alrededor nos dicen: prepárate porque llegan los «terribles dos»… con mi hijo mayor esto no pasó, porque ese fue el momento en que detectamos que tenía problemas de desarrollo, las características que tanto me mencionaban que iban a pasar no se presentaron, más bien en ese período confirmamos que estaba retrasado en algunas fases y no tuve esas vivencias esperadas…

Pero con mi hijo menor, sí se fueron produciendo algunas de los cambios que me dijeron amigas, familiares y especialistas que iban a ocurrir. Pataletas, cambios de humor, no querer comer como antes… y pare de contar, pero algo que me llamó la atención fue notar que todo quería hacerlo él y sin ayuda.

Es por eso que casi que casi vuelvo a bautizarlo y en vez de decirle por su nombre voy a nombrarlo: «Mami yo», porque es una frase de las pocas que dice clarito y con un énfasis muy grande.

Y es que un poco después de cumplir sus dos años, además de continuar explorando el mundo, sin miedo y con un inmenso espiritu aventurero, su deseo de independencia es notable, porque se ha dado cuenta que mamá está para apoyarle, cuidarle, consentirle… pero sabe que puede lograr acciones por sí solo, por supuestos a su estilo y de forma un poco más lenta, pero haciéndolas «por él mismo».

Algo tan sencillo como quitarle o ponerle la ropa, colocarle los zapatos, darle de comer, peinarlo, abrir o cerrar puertas y gabinetes… que siempre le he asistido, ahora quiere hacerlas solo, sin ayuda. Al principio le insistía que me dejara ayudarle porque en verdad al verlo tan chiquito pensaba que no lo iba a poder hacer, pero poco a poco fui entendiendo que sí está preparado a su manera para realizar varias actividades y lo que más me encanta, es ver lo feliz que se pone cuando lo logra.

Su personalidad aflora a cada instante, a veces siento que trato con un pequeño hombrecito. Si ve que tengo apartado el uniforme de su maternal ya sabe que va a ver a su maestra y tiene su ritual para colocárselo, con esto si le apoyo porque no tenemos mucho tiempo en las mañanas, pero cuando salimos a hacer diligencias me indica qué ropa quiere ponerse, escogiendo sus propias combinaciones.

También el concepto de «mío» y las pocas ganas de querer compartir son parte del repertorio con el que tenemos que lidiar las mamás de niños con dos años, porque ya son capaces de identificar cuando algo les pertenece, incluyendo personas… y cada día es un reto enseñarles nuevos valores, que les permitan socializar positivamente con el entorno.

Lo que más me gusta es la iniciativa que tienen en ésta edad, es impresionante los cambios que pueden dar y al final, le sigo viendo como mi bebé (creo que tanto él como mi hijo mayor siempre lo serán), comprendiendo que se está convirtiendo en un pequeño niño, curioso y con ganas de aprender de todo.

Cada niño es diferente e igual pasa con los hijos, todos tienen aptitudes particulares y lo emocionante de la maternidad es irlas descubriendo junto a ellos, dándoles espacio para que se muestren tal cual ellos son, con sus defectos y virtudes, porque desde chiquitcos son individuos que llegaron a nuestras vidas a enseñarnos más de lo que podremos mostrarles, siempre serán nuestros pequeños grandes maestros

Lislet de Ponte

Caracas, Venezuela

ldeponte@mischiquiticos.com