Cuando somos madres, nuestro eje de prioridades cambia creo desde el instante que sabemos que estamos embarazadas, preocupándonos por lo que necesita el bebé, sabemos que requiere de infinidad de atenciones sobre todo en los primeros meses de vida y con el mayor cariño satisfacemos sus necesidades.

Si bien nuestro instinto materno nos ayuda a cumplir esa importante tarea de cuidar y apoyar a nuestros hijos, hay que entender que no es sano ni para nosotras ni para ellos dejarnos de últimas en la lista de prioridades. Esa situación se acentúa cuando tienes un hijo con una condición especial de salud o desarrollo.

Al tener a un pequeño con alguna dificultad el norte está centrado en ayudarle, llevarle a sus terapias, manejar el régimen de alimentación especial si lo tiene, ubicar sus medicamentos si los necesita, acudir a los controles médicos… porque lo que más deseamos es la evolución positiva y que se logren buenos pronósticos para su futuro.

En la mayor parte de los casos, son las madres las que se dedican a esa labor, en muchos hogares cuentan con el apoyo de la pareja o colaboración de familiares, pero igual esto desgasta física y emocionalmente, porque la mente no deja de pensar en qué pasará en el futuro, si logrará alcanzar ciertas metas, podrá valerse por sí mismo, cómo lo van a tratar…

Es por eso, que las madres tenemos que entender que sí somos importantes en la vida de los hijos, pero somos más útiles cuando estamos sanas, lo cual implica comprender que somos primero personas, antes que mamás.

Dependiendo del grado de atención que requiera el hijo con la condición especial de salud o desarrollo, es necesario tener un espacio para nosotras como mujeres, esposas, madres de otros hijos que también nos necesitan, hijas, tías, amigas, compañeras de trabajo… porque a veces es simplemente imposible pensar que otros pueden atenderle perfectamente, pero hay que aprender a delegar y confiar en papá, cuidadores, enfermeras, terapeutas, educadores, porque lograr avances o su recuperación es tarea de un grupo, todo no lo podemos hacer solas…

Salir a la peluquería, leer una revista, ir a hacer alguna diligencia para muchas madres es cotidiano, para mamás de niños que presentan algún problema médico son actividades que ya no entran en el esquema de prioridades… son necesarias porque nos gustan, haciéndonos sentir bien y allí es donde debemos detectar que en la medida de nuestras posibilidades hay que realizarlas.

El poder compartir nuestras inquietudes, miedos o anhelos con amigas, en grupos de apoyo para padres o especialistas es una excelente válvula de escape, también está poder hacer ejercicios, meditar y actividades que nos gusten: hacer manualidades o simplemente recibir un masaje relajante puede ayudarnos a sentirnos mejor, llenarnos de vitalidad y tratar de ubicar el equilibrio que necesitamos.

Cuando nos sentimos bien con nosotras mismas, podemos dar desde la alegría y el optimismo. Siempre tendremos preocupaciones, situaciones estresantes o que no podemos controlar porque no dependen de nuestro esfuerzo, es allí donde la resiliencia puede servirnos para afrontarlas y sobre todo superarlas.

Lo digo por experiencia, no es fácil darnos cuenta que es necesario preocuparse por uno, asistir a los controles médicos, dedicarse tiempo… se comienza poco a poco y los cambios nos benefician mucho.

A sonreír, porque cuando mamá está bien hijos y familia también lo estarán!!!

Lislet de Ponte

ldeponte@mischiquiticos.com

Caracas. Venezuela