Cuando nos convertimos en madres cambiamos… ya no volvemos a ser las de antes y aunque podemos prepararnos durante el embarazo, documentarnos y compartir nuestras inquietudes con otras que han pasado por la experiencia, en el momento que te conviertes en mamá nace una mujer nueva, sea que tu hijo haya nacido de tu vientre o lo hayas adoptado.
Vienen a nuestra mente tantas preguntas y lamentablemente no vamos a poder tener respuestas inmediatas como en otras áreas de nuestra vida, porque aunque cueste creerlo vamos aprendiendo día a día a ser mamás y nuestros hijos nos van enseñando, aun cuando ellos no traen manual y nosotras no vamos a la universidad para aprender a serlo.
Y es que cambia nuestra forma de interactuar con todo y todos, desde el hogar con la pareja, la familia cercana, nuestros amigos y compañeros de trabajo, otras madres… porque entendemos que la prioridad para hacer y decidir nuestra cotidianidad va a girar en torno a nuestro hijo, esto sin perder la perspectiva que seguimos siendo mujeres con muchos roles qué cumplir, pero sin lugar a dudas luego que llegan los hijos nunca dejas de ser mamá.
Al principio se hace un poco difícil asimilar los cambios que se van dando de forma a veces avasallante en las cosas más simples, pensamos que nuestros hijos se quedarán chiquiticos toda la vida, los días pasan lentamente y es muy normal desesperarnos, pero la palabra paciencia comienza a ser nuestra gran aliada y a ser el eje de muchas de nuestras rutinas, porque lo más importante es engranar nuestro mundo con el de nuestro hijo, eso toma tiempo pero no es imposible y las que ya son madres saben que después es imposible concebir la vida sin nuestros hijos.
Generalmente las mujeres por muchos motivos personales, familiares o creados por la sociedad nos sentimos autosuficientes, pero es importante saber que sí necesitamos ayuda cuando nos estamos estrenando como mamás, es válido y necesario solicitarla, sea de nuestra pareja, familiares o personas cercanas, porque de eso dependerá la armonía en la iniciación a la maternidad, lo que beneficiará directamente a nuestro hijo.
Otra importante reflexión es no evaluarnos constantemente, no ponernos estándares irreales de super mamás, porque lo importante es que nuestros hijos estén bien y sepamos que estamos haciendo lo mejor que podemos, esto sobre todo cuando se tienen responsabilidades laborales fuera de casa que generan sentimientos encontrados porque el mayor anhelo es estar siempre con nuestros hijos, pero al final es por ellos que hacemos sacrificios que impactan en sus vidas y éste es uno que servirá de gran ejemplo o también tal situación puede impulsarnos a emprender proyectos de forma independiente para lograr ese equilibrio que deseamos. En mi caso particular, el instinto materno es un aliado natural que pienso tenemos las madres y nos permitirá actuar adecuadamente sobre todo en los momentos más difíciles.
Comprendiendo todo esto, entendemos que cada etapa pasará, el estrés de los primeros años se va modificando por otras preocupaciones… De igual forma, cada fase en el desarrollo de nuestros hijos es única e irrepetible, por eso hay que disfrutarlas con ellos, vamos a recordarlas con: alegría, angustia, orgullo, desafíos… y sobre todo con inmenso e infinito amor.
Lislet de Ponte
Caracas. Venezuela
ldeponte@mischiquiticos.com
No se han encontrado comentarios