Gabriela Aveledo es una madre venezolana que está residenciada en la Isla de Margarita, es periodista y actualmente se dedica a desarrollar su carrera en redes sociales desde su casa, junto a su hijo.

Gaby comparte sus vivencias:

«Desde el año pasado se le detectó autismo a mi pequeño, la vida de mi pequeña familia cambió de repente. Al llevar a nuestro hijo, Oliver, a una evaluación de ingreso a preescolar, nos alertaron sobre algunas características del enano que no estaban acordes a su edad, y nos aconsejaron hacerlo evaluar, para descartar que estuviera sucediendo algo que le impidiera hablar y socializar como otros niños. En menos de una hora pasamos de tener un niño absolutamente perfecto, a enfrentar quien sabe qué diagnóstico.

De la poca información que ese equipo que lo evaluó nos quiso dar, pues consideraban irresponsable darnos una opinión tras estar con nuestro hijo unos 40 minutos (y que de verdad ahora comprendo, tenían razón de ser reservados), mi esposo y yo llegamos investigando, muy preocupados, nos fuimos a la pediatra al día siguiente. Ella nos dijo que tenía meses observando que el lenguaje de Oli quizá no era el esperado para su edad, que mejor lo hiciéramos ver por un Neuropediatra.

Rápidamente conseguimos nuestra cita, y volamos a Caracas para obtener, tras evaluación con el neurólogo y un equipo psicológico un diagnóstico que jamás estás preparado para escuchar: Trastorno del Espectro Autista, en su caso leve a moderado.

La gente siempre te pregunta ¿Y tu crees que sí lo tiene? ¿Cómo no te diste cuenta antes?, o te dicen “ay, como lo siento”. Y a todo respondo lo siguiente: Sí, ahora veo todo claramente, y sí, mi hijo está en el espectro autista. Antes no me di cuenta, porque nadie se pone a leer de autismo sólo porque sí. Y por último, no, yo no lo siento, no es una tragedia, mi hijo no está enfermo, no necesita cura, sólo necesita herramientas para entender cómo funciona el mundo, y nosotros como padres necesitamos comprender su proceso de pensamiento, para poder ayudarlo.

Primeros signos

¿Qué cosas nos llamaban la atención de Oliver? Principalmente el habla, que era muy limitada, y sobre todo nos asombraba que pudiera aprenderse de memoria canciones, frases, comerciales, incluso diálogos enteros de un libro o una película, pero que no me pudiera decir algo sencillo como por ejemplo “quiero hacer pipi”. Siempre nos pareció súper lindo como armaba torres altísimas con sus piezas de lego, sin saber que esa necesidad de apilar es un rasgo del autismo. Y los berrinches, nunca comprendí por qué era tan difícil mediar con él, lograr que comprendiera las cosas y no se tirara al piso a llorar desconsolado cuando se acababa el tiempo de juego, la hora de la tele, había que ordenar los juguetes, o se acababa la galleta de la merienda. Ahora comprendo, sé cómo ayudarlo, cómo abrazarlo y hablarle bajito, hasta que poco a poco deja de llorar.

A mi hijo le cuesta un poco jugar con otros niños. Prefiere jugar solo. Todos decían “es que es hijo único”, pero me costaba creer que todos los hijos únicos del planeta se comportaran igual. Pero cuando eres madre por primera vez, y otros que ya han tenido hijos te dicen que algo es normal, debes creer que es así. No los voy a aburrir con cada característica de mi hijo, son demasiadas. Lo positivo es que según sus terapistas, Oliver tiene una capacidad de percepción altísima, mucho más de lo esperado a su edad, lo que le permite captar rápidamente la información, que va almacenando en su cabecita, y va poniendo en práctica cuando considera adecuado.

Las terapias

Después de evaluar varias opciones aquí en la Isla, nos decidimos por un centro en el que las terapias son integrales. Habla, conducta, ocupacional, todo se le va trabajando de manera contínua e integral, bajo un esquema de metas que se han planteado para en el centro y para casita, esperando que se obtengan en los períodos pautados. Si los alcanza, chévere, sino, se replantea y se celebra lo que haya logrado.

Hemos alcanzado importantes hitos, es más expresivo en su habla, forma frases un poco más complejas, nos quiere explicar estados de ánimo, y un día nos habló de todas las cosas que le gustan en la vida. Creo que en parte son las terapias, en parte el trabajo en casa, en parte el trabajo de sus maestras y el corazón que le han puesto a integrar a Oli con sus compañeros, y en parte, la dieta, que es costosa de seguir, pero no es realmente difícil de implementar.

Yo renuncié a mi trabajo y conseguí algo que me permite trabajar desde casa, mientras él está en el colegio, dejándome las tardes libres para sus terapias, clases y estimulación constante. Aprovechando que vivo en la Isla de Margarita, me fui un día a averiguar sobre la delfinoterapia y salí con un cupo milagroso para Oliver. Pero lo principal que necesitas como padre al obtener un diagnóstico de autismo es paciencia y amor infinito.

Tu hijo, aunque tenga ese trastorno, sigue siendo perfecto. Perfecto en su mundo, perfecto en sus acciones, perfecto en todo. Su forma de ver la vida, es diferente, pero eso no lo hace anormal. No lo pienses así, ni permitas que otros lo cataloguen de esa manera. En cualquier caso, ésto es una oportunidad para que, como familia, rompas el molde, vayas en otra dirección, aprendas cosas nuevas y quizá puedas ver el mundo multicolor como tu hijo, con ojos de inocencia, ávidos de información. Tu niño no está enfermo, por ende, no necesita una cura. Pero sí puedes ser una pieza fundamental en el desarrollo de sus capacidades, que lo llevarán en el futuro a obtener grandes logros, y de los que podrás hablar con orgullo y demostrar que el autismo no tiene por qué ser una limitación.»

Fuente de contenido e imagen: Gabriela Aveledo

Puedes seguir en contacto con ésta mamá tan especial a través de las redes, en instagram la consigues por: @gabrielaveledo