Las mamás vemos el sueño de nuestros bebés de forma diferente, dependiendo de la etapa en la que ellos están y las cosas que nosotras debemos hacer mientras ellos están durmiendo. También si somos mamás primerizas o no, tenemos ciertos rituales para cuidar el sueño de los pequeños.

Cuando tenemos nuestro primer bebé y salimos de la Clínica, llegamos a la casa de día, vemos a nuestros tesoritos dormidos y nos sentimos tranquilas, nos acompaña la familia o amigos y no queremos hacer ruido para que ellos descansen y tratamos de hacerlo nosotras también. Pero en la noche cambia el ambiente, los bebés tan pequeños no saben cuando es de noche y cuando es de día, además comen cada dos o tres horas, lloran porque pueden tener frío o calor, cólicos, porque durante el día los cargaron mucho o había mucha gente a su alrededor o simplemente, porque quieren estar con su mamá y cuando logran conciliar el sueño, no lo podemos creer, pero cuando ya los ves dormidos, quieres ver si están respirando bien, si están cómodos…. en fin, queremos que duerman pero eso nos inquieta.

Cuando ya están más grandes la familia y los amigos lo que preguntan es si ya duermen toda la noche, momento que ansiamos todas las mamás y que no es igual para todos los bebés, unos lo hacen antes que otros. Otro episodio que puede acompañar esto es el paso del cuarto de los papás a su cuarto, porque hay mamás como yo que distanciamos ese paso todo lo que podemos, tomando la excusa que es más fácil tenerlos cerca para amamantarlos de noche, pero que al final nos proporciona una gran seguridad al momento que lloran o se quejan, porque están con nosotras, sabemos que deben dormir solos en algún momento, pero no queremos despegarnos…

Claro, también está el sueño que hacen de día o las siestas, que son muy importantes y nos permiten hacer de todo mientras ellos duermen, en ese rato que puede ser 45 minutos o 1 hora o el tiempo que cada bebé logre, es un tiempo realmente glorioso, queremos que sea eterno para poder rendir al máximo y las mamás que no laboramos fuera de casa y estamos dedicadas además a las tareas del hogar, queremos hacer de todo y que ellos sigan descansando, no queremos que nadie llame por teléfono, que pase una moto o autobús con desperfectos, que suene la sirena de algún vehículo, en fin, que no se escuche ni el trinar de los pajaritos, para que durante ese espacio podamos hacer de todo y un poquito más.

No obstante, sea de día o de noche, en casa, en el carro… lo cierto es que cuando los vemos dormidos es que logramos apreciarlos en su conjunto, vemos que están creciendo, que son un milagro inmenso, pensamos en todo lo que queremos para ellos y nos dan ganas de quedarnos allí, instaladas, velando su sueño…

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Caracas, Venezuela.